Más allá hay dragones
Durante toda la historia, el
hombre ha tenido que usar su imaginación e ingenio para dar respuesta o
solución a diversos problemas y sobre todo para poder explicar fenómenos que
suceden a nuestro alrededor, muchas veces sin tener la forma de comprobarlo.
Para los antiguos Egipcios el
dios Shu mantenía al cielo por encima de la tierra, para los griegos era Atlas
el que sostenía los pilares de los cielos. Por otro lado los griegos al
observar el cielo nocturno llamaron planetas a los astros que se movían entre
las estrellas fijas que en griego significa vagabundo, los cuales eran 7.
Aristóteles imagino que unas
esferas transparentes y cristalinas, arrastraban a los planetas, Copérnico
coloco al Sol en el centro del sistema, pero no fue hasta que al ver un cometa Tycho
Brahe comprendió que el cometa debía atravesar las esferas y que por lo tanto
no podían estar en el cielo.
Sin embargo no todo es
imaginación, se necesita también conocimiento, tiempo y tecnología para poder
explorar lo que no ha encontrado aún, tal las misiones espaciales las cuales
permitieron comprobar la forma de nuestro planeta, para las cuales se
necesitó gran imaginación e ingenio,
recursos financieros, humanos y gran conocimiento en muchas áreas de la
ciencia.
De esta manera se puede observar
que las teorías o supuestos que se hacen los científicos dependen de su
imaginación y muchas veces intuición y casualidad, sin embargo también se
necesitan recursos para poder tratar de comprobar o investigar lo que se está
planteando y así al fin poder aceptar o rechazar lo supuesto.